domingo, 15 de febrero de 2009

CRÍTICA DE NOVELA: historia de un abrigo

HISTORIA DE UN ABRIGO
Soledad Puértolas

Me ha encantado esta novela (si se le pude llamar así, porque parece un conjunto de relatos unido). Me parece que tiene mucha simbología. Mar se acuerda de repente del abrigo de su madre, de astracán, y siente el deseo de ponérselo (ya eso es un símbolo, cuando nos ponemos una prenda de otra persona ocurre algo extraño, creemos que tenemos algo de la otra persona que nos transforma en ella un poco) y busca infructuosa en casa de su hermana, que le mira malhumorada, pero no lo encuentra. Entonces al bajar y sentirse exhausta con el recuerdo de su madre (sin que se diga nada de ese recuerdo) observa a la portera salir con el abrigo de su madre arreglado. Entonces asistimos como si nos metiéramos en la conciencia de todas las personas que giran alrededor de ese abrigo, vecinos, amigos, familiares… en cada capítulo entramos de lleno en la soledad e individualidad de cada persona, algo muy emocionante. Recuerdo especialmente un capítulo que me llama la atención de dos personas que comen juntas sin conocerse de nada sólo porque están en otro país y ambos se cuentan que en sus hoteles tienen ventanas peculiares, la de uno está pintada en la pared, que desasosiego que siente de no tenerla y es que el hombre de mediana edad acaba de romper con su esposa y con la ventana se materializa esa imposibilidad de ver la vida nueva que le viene encima. La ventana del chico joven sí que está abierta, pero mira al cielo, sólo se puede ver una cúpula del edificio, lo que simboliza el miedo a la relación nueva que acaba de comenzar en el que ve a la chica como una semidiosa. Sólo al final asistimos al capítulo de Mar, en el que es capaz de pensar que no necesita ponerse el abrigo de su madre, porque todos somos seres fragmentados y hay cosas de los demás que nunca sabremos, incluso de nuestras parejas y padres, pero eso lejos de arredrarla le da ánimos porque en ello encuentra que su madre también debió tener momentos ajenos de felicidad.


Os dejo fragmentos:

Mar es consciente ahora de todas las relaciones que su madre estableció en su vida sin que ella lo sospechara o sin que ella estuviera presente. Sólo ha conocido una parte de la vida de su madre, porque eso es lo que conocemos de la vida de los demás; partes, trozos, fragmentos, incluso de las personas que mejor conocemos. Ya no quiere juzgar la relación que hubo entre sus padres. Imagina a su madre muerta hablando con Palmira, que ahora lleva su abrigo de astracán, su madre parece feliz, el tono de su voz es alegre”.

“Luego está la ley de la gravedad, eso es lo que hay que conseguir, estar anclado a la vida como si te sujetara la ley de la gravedad, de una forma natural. Sin hacerse tantas preguntas sobre los otros, sobre los enigmas, sobre el vacío. Hay que andar, hay que respirar hasta el fondo de los pulmones el aire del invierno, esté contaminado o no, hay que fijarse en las copas de los árboles, en su desnudez transitoria… andar y sentir el peso del cuerpo en el asfalto, y no pensar, sino sentirlo todo”.

4 comentarios:

Sarashina dijo...

Esta escritora es muy buena, a mi parecer y ahora mismo está un poco eclipsada. Habrá que recuperarla.
Por cierto, compi, tu disco me gusta mucho. Da gusto escucharlo, acompaña al trabajo, es tranquilo, me encanta. Muchas gracias. A la recíproca, si tengo algo que te interese, lo dices.

Eme (Nada que ver con eme dj)) dijo...

Tiene buena pinta

josean dijo...

Sí que parece interesante. Al leer este tipo de novelas en que de una u otra forma se promueve aquello del "carpe diem" sientes una vez más como si te despegaras de lo cotidiano, de los problemas mundanos y redescubrieras lo maravilloso del "vivir".

Rafa dijo...

Tienes razón Clares,es muy buena, para mí era la primera novela que leía pero quiero seguir leyendo. ¿Te has leído Gog? Me la estoy leyendo ahora.

JOSEAN muchas gracias por escribir, que compi más maja que tengo!!! también es verdad lo que tú dices, en esta novela te pasa como por inundación, porque de personajes solitarios aprendes que la soledad no es tan mala.
A ver si te animas a leerlo EME, también estoy el que me has dejado con crónica de la nada, pero lo veo muy desestructurado.