sábado, 25 de junio de 2011

rarezas ROMANAS


Santa María la Mayor.




Las esculturas jalonan la fachada de la Iglesia de San Pedro, contemplan a los turistas impasibles, para ellas somos como hormigas que nos adentramos por cada recoveco de la catedral.

Las escaleras del museo del Vaticano se trenzan de tal manera que cuando subes crees bajar y cuando bajas crees subir.

El arco de Septimio Severo estuvo enterrado hasta la mitad durante muchas décadas e incluso, debajo de sus arcos hubo una barbería.


Hay una leyenda que dice que el escultor Bernini, cuando hizo las esculturas de la Piazza Navona colocó a las esculturas que simbolizan a los ríos protegiéndose con las manos porque pensaba que la iglesia de Borromini que hay enfrente, su enemigo, se les iba a caer encima.

lunes, 20 de junio de 2011


POESÍA
(Shi)
Dir: Lee Chang-Don 2010

Una señora mayor tiene que cuidar a su nieto dado que su hija trabaja lejos y éste comete una fechoría. Ella tiene una vida complicada, trabaja cuidando a un anciano que se ha quedado paralizado y de repente se cierne sobre su vida una sombra negra, el Alzheimer. Aunque la película es de gran crudeza a veces no se siente como tal, todo tiene una especie de halo que la recorre y es la extraña relación de la mujer con el poema que tiene que componer porque se ha apuntado a un curso de poesía. La protagonista siempre había sentido el impulso poético pero es sólo cuando todo parece ir mal que ella empieza a querer trasladar esa magia que siente al papel.
La película tiene imágenes muy buenas, una cuando se le cae el sombrero a un gran río de China, otra cuando va a hablar con una mujer del campo que es importante en la trama y se le olvida qué le va a decir, o cuando se encuentra con un poeta joven en una cena, con un futuro esperanzador.
Ante todo te queda la sensación, tras ver la película, de una señora valiente que es capaz de hacer el intento de un sueño: el de trasladar un mundo al papel. Muy recomendable.

lunes, 13 de junio de 2011

DOS NOVELAS DE ALBERTO OLMOS


Reseña de dos novelas de ALBERTO OLMOS

He hecho una cosa muy interesante. Leerme la primera novela de Alberto Olmos y la última. Quería ver eso que llaman evolución, y dado que según los suplementos culturales había una evolución entre la primera y la última pues qué mejor método:

1ª NOVELA: A BORDO DEL NAUFRAGIO.
Esta novela quedó finalista del premio Herralde, el año en el que ganó Los detectives salvajes de Bolaño. No voy a comparar una con la otra, porque sería una tarea imposible. Esta novela se basa en el mérito de que está escrita en segunda persona, que es difícil que no se haga tediosa, y ese objetivo lo cumple a mi entender Alberto Olmos. El escritor utiliza la segunda persona para la conciencia del protagonista, del que narra un día en su vida, y en cursiva pone recuerdos de su infancia. Es interesante ver que también en su última novela utiliza el recurso tipográfico para diferenciar. Como novelas en segunda persona uno recuerda siempre Cinco horas con Mario. Tampoco se puede comparar con ésta, porque la de Olmos quedaría muy empobrecida y es que el protagonista de a bordo del naufragio no tiene ningún tipo de textura o contradicción a diferencia de la de Delibes, es lo que se ve, y la novela sólo engancha por ver si comete alguna locura. El final, un poco pobre, se basa en cargarse de un plumazo esa evidencia. Se nota que Alberto Olmos escribe bien, pero tanto como el Mañas de historias del Kronen ¿premio Herralde? Ya tanto, no sé…
2º El estatus.
Alberto Olmos ha crecido, se ha hecho más deslenguado en su blog. Sí que se nota un salto cualitativo en la escritura, pero no de trampolín, si no a ras del suelo. Me encanta de esta novela dos cosas: por un lado que el lenguaje es más cuidado, si no fuera por la repetición exhaustiva de la palabra “vano” (el vano de la puerta, parece como si hubiese aprendido esa palabra al escribir la novela) y por otro lado me gusta la tensión. Sobre todo la tensión entre la niña y el portero mudo. Está muy lograda. La relación entre la madre y la hija también. Pero hay varias cosas que chirrían: los pensamientos del portero (entre paréntesis para diferenciarlo de lo demás), los diálogos de madre e hija que hacen notar desde el principio lo que no sé si quería que se notara (en cursiva).
La idea de la novela es buena, situar a una mujer que espera a un marido que no viene (en plan Beckett) en un edificio que parece habitado por fantasmas, la contraposición campo-ciudad (aquí más lograda que en a bordo del naufragio) y la tensión entre el que les alquila la casa y la madre. Y la resolución final de lo del marido. Pero cuando descubres lo que ya sabes, que los diálogos de la madre y la hija significan lo que creías. Cuando ves que la novela es falsamente circular, enerva un poco.

sábado, 4 de junio de 2011


4 de JUNIO
BIBLIOTECA, JOSÉ HIERRO, CALLE RAFAELA YBARRA.

La memoria es un acantilado. Cuanta más edad, más alto es el precipicio o más pequeño eres tú. Ahora estoy en la sexta planta de la biblioteca, viendo mi antigua casa de hace casi treinta años. Otros muchos la habrán ocupado. ¿Estarán todavía las chapas que coleccionamos o los muñecos que mis padres dejaron olvidados con la excusa de mudanza? Me gusta creer que sí, aunque es muy poco probable. Los edificios forman una mezcolanza de rojo ladrillo y blanco paredes encaladas. La calle se llamaba la Verja. Es un nombre extraño para una calle ínfima de las que avasallan la ciudad de Madrid. Yo tenía la sensación de que esa nombre lo había puesto un señor muy inteligente porque la calle se abre a un parque, hoy día se llama Olof Palme, frondoso encima del que estaba mi antiguo colegio, pintado de amarillo huevo.
Me gusta pensar que la memoria es un acantilado pero que sus vistas no son temibles, en el fondo vibra una tarde de sol, algunas palabras importantes, el tacto de manos que te han sostenido, la primavera desvelando las flores… cómo se puede tener miedo de semejantes recuerdos. Supongo que más niños habrán jugado en aquel patio, que la memoria se está haciendo a cada momento, que las alturas pasan de cota a cero hasta distancias infranqueables. Por eso, cada cierto tiempo, paso unos momentos disfrutando de esa habitación con vistas. Sin remordimientos, sin pena, sólo sintiendo.