Ha acabado en nuestra memoria. Justo el día en el que el alcalde ha anunciado que Murcia se va a convertir en la capital mediterránea de la biosostenibilidad y la cultura (no se da cuenta de que lo que dice no trasciende ni entre los murcianos) me enterado por la radio de que han derribado el Palacete Ponce un fin de semana de agosto, escondiéndose, como hicieran con los baños árabes. El palacete era bien de interés cultural y los baños árabes monumento nacional. Para que pondrán apelativos tan rimbombantes a las cosas que se destruye si apetece, no hace falta proteger nada, estamos en Murcia, no tenemos memoria ni la necesitamos.
Total, los peces no tienen memoria...
He querido ilustrar este epitafio de un monumento con otro monumento. Esta montaña de escombros que fue una de las esculturas que estuvieron en la Bienal de Arte contemporáneo de Murcia, un acontecimiento intrascendente que costó unos dos millones de euros. La montaña igual que la pusieron la quitaron. El periódico El mundo, en un ejercicio de vanguardia, eligió esta montaña de Laura Almácegui como una de las obras de los últimos diez años. El Palacete Ponce era menos que eso, es cierto, era tan sólo un edificio histórico de 1925 en donde los huertanos pagaban tributos, era también donde moró el poeta Jara Carrillo. No significa nada para los que no tenemos memoria.
Propongo que lo próximo que se destruya sea el castillo de Monteagudo, son tres piedras y es un BIC. Podríamos hacer un tranvía que subiera arriba. Con los escombros podemos hacer otra bienal: de ruinas sabemos hacer arte.
Imperdonable.
6 comentarios:
NO localizo el palacete Ponce en mi memoria, hace muchos años que no vivo en Murcia, ya voy de paso nada más.
¡Ay, qué dolor! Y que eso de demoler maravillas que dan carácter a una ciudad no pasa sólo en Murcia, pasa en toda España...
Estamos como cencerros. En verano, incendios y demoliciones.
Pura desidia y puro abandono. Pero nada es inocuo ni casual, ni gratuito. Quiero decir que uno de los grandes principios de nuestros gobernantes (sección ¿cultura?) es el fin de la historia. Los pueblos no necesitan memoria, porque sin memoria están más guapos. Me ha parecido muy acertada la relación que has hecho entre aquellos miserables escombros que decían que eran arte y estos escombros de la vergüenza. Aparte de ti, ¿ha protestado alguien? Lo están consiguiendo, ya ves.
Por cierto, ¿sigues con nosotros este curso?
Si, Rafa,si lo sabía y me entró una rabia enorme...estos que nos gobiernan sólo saben dar permisos para construir grandes torres que cambian por completo la fisonomía de la ciudad...Te has fijado el aspecto que tiene Murcia al bajar el puerto con las mal llamadas torres gemelas...? Son más altas que la catedral...Muy bien traído el bodrio de aquel montón de escombros que impresionaba a los cool o como se diga...ya sabes mi inglés es nefasto...
No sé nada de Isabelline...jajaja.. estará meditando...Me voy de viaje mañana cuando vuelva te llamo y quedamos...Besicos.
Rosa estaba justo a lado del río donde empieza el malecón.
Hola Clares!!! Bienvenida de vacaciones!!! Tienes razón en que nadie protesta, deberíamos hacer algo pero al final nos dejamos llevar. Este año sigo en el Flori, que guay!!! Lo malo es que no está ni Eulalia, ni José Ángel ni Gloria la orientadora que está en equipo de orientación número 1.
Cabopá que tengas un buen viaje!!! tenemos que quedar a la vuelta!
Hola Rafa,
Soy Gonzalo. Me alegro de que alguien por fin haya alzado la voz ante el desastre del Palacete Ponce. Pasaba por delante de él a menudo y siempre me preguntaba: ¿es que nadie ve que se está cayendo a pedazos una de las poquísimas casas antiguas y de valor arquitectónico que quedan en Murcia? De verdad, no sé lo que nos pasa, no nos atrevimos a quejarnos por aquella bazofia carísima de los "estratos" y ahora nadie tiene agallas para protestar por lo del Palacete Ponce. No hay nada más cateto que destruir todo lo antiguo para considerarse "cool" y moderno.
Un abrazo,
Gonzalo
Que razón que tienes Gonzalo!!!
La verdad es que deberíamos ser más combativos, no está bien que unas pocas personas hagan lo que les apetezca.
Un abrazo
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