viernes, 7 de octubre de 2011

Esta mañana estuve en un sótano más negro que la reputación, como decía Jaime Gil de Biedma, era el registro de la propiedad intelectual de Murcia. Me atendió un funcionario diligente, que explicaba el único documento que tiene que explicar con una sencillez encantadora. Sólo había dos mesas y mucha oscuridad. Siempre que he ido, a lo mejor cuatro o cinco veces, nunca he visto a nadie, la habitación ha estado vacía. Sólo el funcionario y su compañera la funcionaria y la mesa pulcra y limpia, los portafolios llenos de hojas de registro.
Suelo imaginarme en todos los trabajos, ponerme el mono de trabajo de cada una de las profesiones que encuentro por mi camino. Siempre quiero imaginarme cómo estaría yo en esa piel. Muchas veces he sido el albañil que ponía baldosas en la calle, al que se le ve el principio de la línea glútea, y que se queda mirando a las chicas al pasar. Hoy he sido el funcionario que instiga en la hoja que archivará en el ordenador, y cuando se ha ido el chico, ruborizado, me he detenido cinco minutos a leer la obra que ha llevado a registrar.

EL GOLPE
La chica: no te conozco de nada.
Ambos están en el marco de la puerta. Él mira hacia dentro, si se fuera de allí sin conseguir dormir con la chica podría deprimirse, seguramente vagaría de madrugada por las calles expuesto a que lo mataran.
Robert Reford: Sí me conoces. Soy igual que tú. Son las dos de la madrugada y no sé dónde ir.
La chica le deja entrar. Quizás sólo había dos o tres frases más además de ésas le hubieran servido para dejarlo entrar. Esta noche le dará tregua, piensa mientras él se mete y empieza a besarla desaforadamente. Si tú supieras, piensa ella, derramándose encima de él y se siente como si una especie de mano negra estuviese retorciendo su futuro.

LOS AMANTES… Harold Pinter
Ayer, después de estar toda la semana agotado en un curso de PDMS-2, fui a ver esta obra del grupo de teatro de la UMU. Me encantó. He de decir que me encanta el teatro amateur, me gusta más que el profesional. Los actores suplen la actuación con ganas. La obra iba sobre una pareja que finge que son amantes. ¿Por qué lo hacen? ¿Quién es el que quiere hacerlo? ¿son los dos?¿y si fuera él, por qué elige ser un tipo aburrido para luego transformarse en un don juan casi violador? ¿y si fuera ella, por qué está con él, por qué le gusta que cada experiencia sea como nueva, por qué sólo funcionan con la fantasía? Uno sale del teatro con muchas preguntas dándole vueltas por la cabeza. La vida es más irreal que el teatro, el teatro es de alguna manera un artificio que supera en realidad a la vida.

1 comentario:

Cabopá dijo...

No, no ha habido quedada...¡A ver cuándo hacemos un hueco!

Oye, genial lo del registro, o lo del albañil...Yo quiero ir un día de estos a registrarrrrrrrrrrrr la producción.
Besicos.