lunes, 28 de febrero de 2011
UN DOMINGO POR LA HUERTA
Una roca calcárea en una montaña en la que se observa la ciudad a lo lejos.
El paisaje ya ha cambiado, no hay huerta. Dentro de poco habrá urbanizaciones y la ciudad será una mancha que adentra sus tentáculos por la huerta asfixiando.
Los túneles esconden el interior de la montaña, su negrura es fresca y cantar allí es econtrarse con la voz propia.
Viejas estaciones abandonadas de la ruta del Noroeste jalonan la vía verde a Caravaca. Son coquetas y humildes, no saben nada del tiempo, a veces sirven cafés o son centros culturales y a veces laten como si quisieran volver a sentir trasiego de pasajeros.
Una torre vigía desde hace siglos domina la huerta. Por sus muros de piedra han pasado muchas personas. Ahora es un museo.
El esfuerzo de un hombre, su sudor. La geometría que queda de él en el campo. Después tomaremos sus frutos y tendrán dulce sabor del trabajo de sus manos.
Un pato nada por el río. Hace sol, el tiempo parece que se ha detenido. Hay un huerto que parece una piel de anciano, seco y arrugado: sigue dando limones.
EL río Segura serpenteando entre las Torres de Cotillas y Molina de Segura.
sábado, 26 de febrero de 2011
TRENES DE EUROPA
uno de mis primeros bodegones
Trenes de Europa… JOSÉ MARTÍNEZ ROS
Me ha encantado este poemario y llevaba un tiempo queriendo recomendarlo. Este poeta ganó con “La enfermedad” el premio Adonais en el 2004. Aquí nos propone un viaje por Europa en el que el poeta va desnudando con su voz poética las sensaciones de viajar en tren por Europa, acompañado por su pareja, y los instantes en los que las sensaciones le abordan, y los momentos en los que reflexiona acerca de qué es Europa. Los poemas tienen mucha musicalidad además de instantes fulgurantes que condensan el significado en apenas unas líneas. Asistimos a sus lecturas, a su visión de las cosas: es casi un cuaderno de viaje y viajar es, en cierta medida, encontrarse con uno mismo. Sobre todo en esa época, y en ese tipo de viajes, en los que uno viaja sin planear nada, dejándose descubrir.
Algunos rastros de poemas que he apuntado en mi libreta:
“ciudades empañadas por sustancias letales,
incluso en los días más oscuros veo arder los símbolos.
“La belleza absoluta: dos mil horas
Con una sola chica sin nombre, más extraña
Donde en mí la poseo y en ella me destierro.
Odia los libros como cualquier otra forma de memoria.
Tiene un hogar oculto
Por el que no circulan los años y las sombras
Se diría que ha muerto y no puede morir.”
“Nada es definitivo, conocemos un cuerpo
Y lo amamos a tientas pero nada es casual.”
“He de explicar la noche en medio de la noche.”
miércoles, 23 de febrero de 2011
PERPETUUM MOBILE
Otra cola más. Se siente absurda frente a un reloj que marca minutos ruinosos. Está la tercera pero ha estado en diferentes posiciones antes. El tiempo de la espera pasa descafeinado. “Aún eres joven” le acribillan y ella harta de los cuatro años que tiene el título. Su padre, que se sintió orgulloso cuando eligió seguir sus pasos, ahora no para de gritarle que cuándo va a dejar de hacer la payasa para prepararse unas oposiciones como hizo él. “Lo que digas papá” piensa riéndose por dentro. Con sus manecillas morosas el reloj sigue agitado. La primera chica entra y ve a la segunda vestida de forma ridícula. Se pregunta cómo habrá caminado así por la calle. Ella no, ha venido tal y cómo es, no quiere aparentar nada. Si obtiene el trabajo que sea porque de verdad es la más adecuada. El maldito reloj le hace muecas. Ya entra la segunda, desbordando chorros de carmín por encima de sus labios frente a un espejo de mano. El reloj se consume delante de sus ojos. “Señorita, su turno”, le dicen y ella se da cuenta de que su turno fue hace tiempo, cuando entendía el mecanismo por el que ríe la gente. Tira la nariz de payaso, la había traído como última opción, y se marcha con ademán lacrimoso.
sábado, 19 de febrero de 2011
LA EDAD DE HIERRO
J.M. Coetzee
Una mujer de Sudáfrica escribe una larga carta a su hija que está en EEUU, tiene cáncer y quiere contarle su día a día pero no desea que esas letras le lleguen hasta que muera.
En esa carta le cuenta la enfermedad propia y la de la sociedad en la que vive en ese momento, hay una especie de diálogo entre en cáncer que ella misma tiene y que la va apagando y una sociedad en la que hay bandos que se odian, que poco a poco se van destruyendo unos a otros sin tener en consideración que tienen que vivir juntos, en el mismo estado, en el mismo cuerpo.
Era la época de luchas raciales como resultado del sistema del apartheid impuesto por los antiguos colonizadores.
A esta mujer, de raza blanca, que se le suponen un tipo de privilegios y que tiene bastante dinero le empieza a incomodar un Bantú, uno de los negros que no estaba considerado ni persona. El Bantú, de nombre Vercueil, vive en su cobertizo y ella lo acepta con resignación, ofreciéndole su casa al poco tiempo. Él la trata con aspereza y ella también a él, pero se ven obligados a convivir juntos. Es un hecho ciertamente paradójico, vivir con alguien con el que no te hablas o que te trata con malas maneras. Ella empieza un diálogo con él, que no quiere hablarle mucho y le responde con frases secas, mediante ese diálogo se llega a terribles y bellas reflexiones. Los acontecimientos se precipitan, la señora se ve envuelta en ese odio que se propaga por la sociedad. Ella es un cuerpo moribundo que se tiene que aferrar a Vercueil y la sociedad corrupta en la que vive, lo que hace más inhóspita su experiencia.
Esta novela, con su lenguaje conciso y descarnado es muy recomendable. Se llama la edad de hierro. La protagonista lo cuenta: el hombre aún no ha evolucionado, se ha quedado en las luchas tribales así da igual el grado de desarrollo tecnológico que se alcance si sirve para propagar el odio.
MOMENTOS
“Abrazamos para que nos abracen. Abrazamos a nuestros hijos para ser rodeados de los brazos del futuro, para llevarnos a nosotros mismos más allá de la muerte, para ser transportados”.
“Es a través de mis ojos que ves. La voz que habla en tu mente es la mía. Solamente a través de mí puedes estar en estas llanuras desoladas, oler el humo en el aire, ver los cuerpos de los muertos, oír el llanto, estremecerte bajo la lluvia”
“No tengo ni idea de qué es la libertad, señor Vercueil. Tal vez la libertad sea siempre y solamente lo que no puede imaginarse”.
miércoles, 16 de febrero de 2011
REPULSIÓN… Roman Polanski 1965
Una película fascinante en la que nos metemos en la piel de una chica en la que debuta una enfermedad mental mientras vive con una hermana que no la atiende mucho ya que vive enfrascada en su mundo sentimental. Los planos en blanco y negro son impecables, con escenas muy bien resueltas, como por ejemplo un plano de ella caminando por Londres en la que captamos todo sólo con su mirada. Los brotes psicóticos tratados con orquestación pop y las imágenes de lo que ve la ella te meten muy adentro del personaje. Tiene momentos de suspense, momentos de tensión sexual y detalles escabrosos como el del conejo. Como las buenas películas te van infiltrando algo que no sabes qué es, hasta que al final te atrapa una mano helada, mucho más fría de lo esperado, por la que atas los cabos sueltos de la película con tan sólo un detalle, de travelling en el que vamos sabiendo lo que le ocurrió a la chica sólo por la aproximación de la cámara.
domingo, 13 de febrero de 2011
NOCHE DE GOYAS
(si se agranda la foto se ve a Pablo Rivero, actor de cuéntame
NOCHE DE GOYAS
No sé por qué me gusta la entrega de los Goya y sin embargo no me gusta la de los Oscar.
Muchas veces me he quedado a verla entera y nunca me he planteado ver la de los Oscars porque en ésta última todo es tan estereotipado, tan evidente y rígido. Las películas muchas veces no tienen sustancia.
En la de los Goya puede pasar cualquier cosa. Bien sea “la Sardá” o el Buenafuentes nos hacen reír y disfrutar. En los Goya puede pasar casi cualquier cosa: el sindicato de actores pueden protestar por el gobierno, tienen más libertad (aunque seguramente limitada también).
TAMBIÉN LA LLUVIA y BIUTIFUL son mis favoritas, de las que he visto. También la lluvia es un metadocumental, una película de un equipo de rodaje que va a rodar un documental sobre Colón y de repente acaban fagocitados por un documental real (es decir, se produce una revuelta por el agua). Lo malo que tiene la película es cuando se meten en la revuelta. Cae en picado. No es ya creíble, los planos parecen un documental superpuesto a los actores, que pierden su función de personajes de una historia y se convierten en actores, simples actores vagando por un escenario de un plomo que ni les afecta.
Si tuviera que elegir un actor no sabría si decantarme entre Bardem o Tosar. Creo que me decantaría por el último, pero sólo porque este año ha estado multipresente. A ambos les une una cosa, son capaces de mutar su piel en otros personajes a pesar de las maneras tan fuertes que tienen.
lunes, 7 de febrero de 2011
COSAS TAN ANTIGUAS COMO UNA CANCIÓN DE ROXETTE
SPEAK TO ME… roxette
Entregas la carta en correos y observas como el funcionario coloca el sello con mucha parsimonia. Alguna vez quisiste ser cartero tú, cuando entrabas en aquel lugar rodeado de amarillo (¿por qué, entre tantos colores y gamas eligieron el amarillo, peleón, canario, peligroso, estresante? ¿qué hay en la naturaleza de las cartas que les hubiera hecho pensar en amarillo?). Querías amontonar cartas, clasificarlas, atender a la gente que llevaba allí fragmentos de su mundo. Los ibas a mirar a los ojos y les dirías:
-Seguro que en esta carta hay mucha intensidad, pesa igual que todas, pero es efectivamente una carta de enamorado.
Sin embargo, en el correos de ahora, el funcionario que pesa tu carta con lentas maneras te mira indiferente. Delante de ti había un hombre que quería pagar una cuota de teléfono móvil y detrás hay un señor del banco que va a entregar un montón de avisos de facturas. Las cosas han cambiado, correos se ha adaptado, las cartas ahora son como mucho emails que se envía a todo el mundo.
Pero tú sigues empeñado en enviar tu carta, como antes hacías, ¿a qué viene esa nostalgia algodonosa?
El funcionario tira su carta a una caja pero la carta se cae al suelo. La mira dudando si levantarse y no lo hace, arrastra su silla hasta que consigue alcanzarla sin levantarse y la deposita en su montón.
Sabes el destinatario que tiene tu carta, aún así lo olvidas. Y recuerdas el correos de antes, el de las cartas que tardaban tanto en llegar. El de las cartas de espera, el de la alegría de tener la carta, irte a un rincón y abrirla. El correos de los paquetes de tus abuelos, el de aquellas cartas de tus amigos, el de las cartas con fanzines… Al día siguiente te llega la carta, y la contemplas maravillado: no es del banco, ni el seguro del coche. La abres y respiras aliviado. Te has enviado un cuento de Cortázar que no has leído, aunque no sea lo mismo la emoción sí que está presente.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)