jueves, 30 de septiembre de 2010
PASEOS
LOS ÚLTIMOS DÍAS hemos paseado. Como una vieja costumbre que se pierde. No hacía falta ir muy lejos para encontrar un pequeño bosque nuevo, como uno que hay caminando por las colinas que se pierden entre la universidad y Javalí Nuevo, una pequeña pedanía de Murcia. A veces hemos ido a lugares que ya he visitado antes como Torre Guil y Carrascoy.
Siempre hemos salido temprano pero la luz de la luna ha terminado por encontrarnos. Hay una belleza extraña en esos lugares, en el viento que había en el pico del Águila, que intentaba derribarnos y desde donde se oteaba el mar menor en la profundidad. Un águila real merodeaba por los penachos de roca, que se abrían en longitudinal como los huesos de un dinosaurio. En la superficie de las rocas hemos visto restos de huevos de las aves. Como una red reticular que comparte sus propias raíces las encinas, esos arbustos que luchan por llegar a ser árboles, contagiaban el paisaje de los pinos. También vimos alcornoques en unas umbrías. Y huellas de animales. Pero lo más espectacular fue cuando, alejados de toda aquella naturaleza, nos sorprendió una lechuza resplandeciente que parecía un pájaro al que arrastraba la sábana blanca de sus propias plumas.
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