miércoles, 16 de junio de 2010

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Crítica libros: AUGUST ESCHENBURG… Steven Millhauser

En esta novela corta asistimos al final de un periodo, como todos los finales hay quien se resiste al cambio y hay quien apuesta por él. El primero posee más valores mientras el segundo es el que gana la partida. El que esté simbolizado por ese traspaso de la técnica a la tecnología, del hacer rudimentario de los autómatas, de los que son muy atrayentes sus propiedades mecánicas imitando a los humanos, a un paso más allá, la decadencia del arte, el surgimiento del sexo explícito como una forma más de consumo, confiere a la obra el carácter extraño o truculento de lo que parece que podía haber sido de haber seguido la vida por ese mecanicismo sin parangón. Al final lo que uno se pregunta es qué es la vida y quién es más mecánico, si lo creado por un hombre que es incapaz de entenderlo (no lo ve, no lo siente pero él hace que se active y se desactive) o el ser humano tal y como se creía en aquella época creado por un dios y que es incapaz de entender a ese dios (el paréntesis aquí es igual al anterior) y en un gesto de magia el autor parece posicionarse con un final lleno de sentido. Lo único que no me ha gustado mucho es la demora del conflicto, porque el diálogo entre August y su compañero y rival Hausenstein llega un poco tarde.

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