miércoles, 2 de junio de 2010

CRÍTICAS


la geometría del amor... CHEEVER
Me han cambiado el asiento del tren, una madre y un hijo para ir juntos. Como soy tan cuadriculado, en cuanto se han bajado me he sentado en mi asiento, y no hay ninguna razón para hacerlo porque estoy a una hora y nadie me va a reclamar este asiento. Estas pequeñas tonterías me hacen sonreír. En el libro de relatos La geometría del azar de Cheever ha habido veces en las que me he sentido muy identificado con los protagonistas. En uno de ellos el protagonista tiene un miedo irracional a pasar por puentes ya que piensa que se van a hundir. El miedo es una transferencia de su madre, que tiene miedo a los aviones. Los protagonistas de los magníficos, y subrayo lo de magníficos, cuentos y relatos de Cheever son New yorkinos que creen que viven en una realidad que no es del todo como ellos creen. El nadador es uno de mis relatos favoritos, se puede leer en clave epopeya-odisea o en clave Dante o incluso, uno lo puede leer como si en realidad fuese el mismo protagonista, que se propone un reto en principio absurdo pero que poco a poco va dándose de bruces con la realidad: no es un joven y su vida no es la misma que cuando empezó. En otro de los relatos la radio capta las conversaciones de los vecinos, lo extraordinario del relato es como se asume un hecho extraordinario y cómo se convierte en algo diabólico que pone en una disyuntiva que no desean a los protagonistas. Y es que ni siquiera los hechos fortuitos están exentos de una doble lectura, como le ocurre al protagonista otro de los mejores relatos, que empieza con que su avión parece que se va a estrellar y nada sucede ¿o si? Pero sin duda, la primera historia me encanta, porque pone en tela de juicio las relaciones familiares, actualiza el mito de Caín y nos entrampa en una serie de percepciones de un miembro de la familia que nos hace cuestionar también la nuestra.

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