domingo, 30 de enero de 2011
CUADERNO DE MADRID
Este fin de semana Madrid estaba cercada por unas nubes negras que la hacían muy sugerente, sobre todo cuando se entremezclaban con los edificios de color blanco.
Estuve visitando el museo de ABC, que lo han abierto hace poco, un edificio al que le han puesto una estructura reticular blanca para decorar su fachada, como si fueran entramados de letras. El museo está muy bien, es de las portadas más artísticas de los suplementos culturales del ABC. Algunas son verdaderas obras de arte, de pintores muy famosos como Gaya, por ejemplo. Lo único malo del museo son los cajones en los que guardan algunas portadas porque cansa lo de estar abriendo cada cajón una y mil veces.
Centro de arte REINA SOFÍA… la cafetería siempre me ha parecido un concesionario de coches, eso sí, muy moderno, pero esas estructuras rojas ovaladas no las veo especialmente adecuadas para un museo. Me imagino que Nouvel intentaría crear un icono tipo el centro de arte de París, el Pompidou, pero se ha quedado en un quiero y no puedo. En el patio central el edificio que hay de oficinas parecen de verdad oficinas y eso en el caso de un museo me parece bastante poco apetecible.
La exposición se llamaba arte entre guerras y había cosas muy interesantes para mí. Es extraño cómo en medio del dolor se muestra la crudeza, los cuerpos de las personas aparecen en los cuadros como si fueran animales despiezados para comer y también que las pinturas se vuelve caricaturas.
La victoria de Samotracia de Yves Klein es una escultura en azul que imita a la citada en pequeño. Era como un imán, todo el que visitaba esa sala iba primero a la victoria.
El cuadro de Zóbel, Navacerrada, me pareció sugerente. Apenas es una mancha de tinta en un blanco nuclear, en un blanco nieve. Esa mancha me remitió a rocas, a suciedad de nieve, había momentos en los que sólo veía fondo y en otros sólo forma.
Peregrino de Rauschenberg muestra una silla pegada en un cuadro que parece que el cuadro está contagiando la silla con sus colores. Cuanto más lo miraba más me gustaba. Sobre todo por la disposición de las manchas de color, me daban sensación de alejamiento de los cuadros torturantes vistos antes.
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