lunes, 24 de enero de 2011
El sábado fui a ver a la orquesta de París en el auditorio. Cogí las entradas para el paraíso, que es la zona más elevada del auditorio. Desde allí se observaban los movimientos agitados del pianista, que parecía extasiarse con la música y acababa con una extensión hacia atrás de los brazos. No conocía el repertorio, era música de Berlioz y Tchaykovsky, aunque he de decir que sin tener ni idea me pareció que sonaba muy bien.
La chica que estaba debajo no paraba de mover la cabeza, como si la música fuera un hilo que la balanceaba. El señor del pelo postizo tenía un ostentoso jersey a cuadros y miraba a la orquesta como si ya la hubiese visto en París hace mucho tiempo, de la mano de una francesa que le enseñó a cruzar el río Sena sin pasar por los puentes. A Marisa nos la encontramos después en “La Corra”, el bar de enfrente del auditorio, con una croqueta de pulpo entre dientes. -¿os ha gustado? Yo dije que sí, que me había gustado la precisión temporal de la orquesta. Sí, añadió ella, era tan bonito verlos aumentar y descender el volumen de esa forma tan inverosímil. Sonaban a cd, dijo ella. No, sonaban mejor que el cd –dije yo, que sólo entendía de la emoción, no como ella que había ido a conservatorio. Mi pareja me dijo ¿Te acuerdas cuando me invitaste en este mismo sitio a ver a Harnoncourt, que era mi director favorito? –Sí, compré entradas de paraíso porque pensé que eran las mejores. –Claro, antes no había internet y te podías confundir. La niña de la cuarta fila se imaginaba que las manos de los violines y los violonchelos no tenían cuerpo, porque guiñaba los ojos y veía sólo su movimiento, con el traje negro de los del concierto. Y en el descanso me encontré con un compañero de hace mucho tiempo, de cuando trabajaba en el hospital. Decía que me había visto en otra época, cuando fui a trabajar con pantalones cortos y me puse la bata y parecía un exhibicionista.
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1 comentario:
¿Rocambolesco...? Mejor un tanto esperpentico tu relato sin título..je,je...
Me ha encantáo...
Besicos.
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