martes, 15 de diciembre de 2009

TERAPÉUTICA DEL TREN
Uno viaja en el tren y reflexiona, amén de leer y escribir. El viaje en tren es una actividad placentera que debería prescribirse cada mes, como una terapia de psicoanálisis para los que no podemos pagarnos el psicoanálisis. El tren tiene un gran poder sanador de la mente por dos motivos, a mi entender:
-uno se mete en una cápsula en la que ya no tiene importancia su vida (entiéndase por vida el trabajo, el silencio, las esperanzas truncadas, la monotonía…)
-en esa cápsula ya ha estado uno.
La segunda reflexión es la que más me interesa y la más complicada de explicar. Como ya has estado en el tren puedes comparar a tus otros “yo” y pensar, cuando yo vine aquella vez ah, todo era distinto y planplanplan. Quiere decir eso que uno se vuelve observador objetivo de su propia vida porque tiene la conciencia de Heráclito de que el que fue en ese tren ya no es el que va en el tren ahora, por mucho que los trenes de Murcia hacia cualquier destino sigan siendo la peor basura de España (casi no van a ningún sitio y son las más lentas). Lo que quería decir es que podemos atar ciertos cabos de nuestra existencia e interpretarlos, y juiciosamente decidir por qué o por qué no actuamos de tal manera. Eso y también sentir. Sentir que el infante que montaba en tren para ir a Madrid no sentía lo mismo que el adolescente que iba en tren a Valencia, o que el joven que iba a Barcelona por raíles, o que el adulto que se mueve en tren con tal de evitar los aviones. En la infancia todo estaba como más fijo, sentías el asidero de tus padres y Madrid se alargaba como un paraíso de juegos e inflexiones (uno siempre mitifica la infancia). Valencia me recuerda a cuando no tenía dinero e iba en plan bohemia, a mezclarme con artistas que hacían lo que yo no podía hacer, entiéndase, vivir realmente el arte: pintando haciendo exposiciones y guiones de películas que nunca se harían. En todo había una laxitud maravillosa. Ahora voy a Barcelona a conciertos, ver exposiciones y comprar libros, y quizá sea cierto que ya no siento lo mismo que antes, ese hormigueo que le recorre a uno cuando está haciendo una escapada hacia un lugar en el que puede pasar cualquier cosa porque se aleja de la monotonía de su propia vida, (y no quiero decir con ello que no adore la monotonía) y además uno va como más seguro y sabe que todo está bajo control, excepto este tren que parece que se va a estrellar.

2 comentarios:

Cabopá dijo...

Anda, si estás ahí......mientras te dejaba un comentario en la entrada anterior..
"Sin título" esto no se hace, ja,ja,.....
Y hablando de trenes.....Pero en qué tren ibas montado..? Menos mal que no se estrelló............
Besicos.
ah, me encanta eso de que es como un "sicoanalisis"...................

Sara Royo dijo...

Q tendrán los trenes, q invitan tanto a la reflexión?