sábado, 25 de julio de 2009


MORRISSEY en directo
El público era heterogéneo, sobre todo en la parte de arriba, había familias enteras; era curioso ver en una misma fila a adolescentes en un concierto con sus padres como si se fueran de picnic. El público se sabía al dedillo las canciones, por eso cuando sonó this charming man de Los Smith todo el mundo empezó a cantar. El escenario de la Brixton academy le venía que ni pintado, una mansión barroca en la que Morrissey se veía con mayor grandilocuencia de la que suele tener y sus camisas de raso azules, verdes… no paraban de empaparse de sudor y él de quitársela y tirarla al público enfervecido como si tuviera veinte años. A mí me encanta Morrissey pero no sé por qué me recuerda a Raphael, salvando las enormes distancias porque Raphael no militó en un grupo como los Smith, y Morrissey es infinitamente mejor, aún así esas gesticulaciones y gorgoritos con la voz me recuerdan al español, y el hecho de que atraiga a padres y madres y que se haya instaurado en una especie de aureola en la que contenta a los indies y a los clásicos (hay que recordar que Raphael ha cantado con Fangoria y ha sacado discos de tecno). Pero salvando las analogías el exSmith cantó durante dos horas y media de forma maravillosa, con una más de los Smith (how soon is now).
Al entrar nos habíamos fijado en unas señales en las que aparecía un muñequito encima del público con una franja de prohibido, nos pareció una broma ya que no creo que prohíban al cantante que se tire de esa manera tan rudimentaria pero al tiempo nos dimos cuenta que era para el PÚBLICO!!! Resulta que la mayor diversión del público consiste en que lo suban arriba y acostados van rodando por encima de las manos hasta las vallas y así tocar un segundo al cantante para después ser expulsado automáticamente del teatro. Así hubo hasta quince o veinte personas, por eso había 10 guardias de seguridad parapetando el escenario, que en momento de clímax (al final con la maravillosa first of the gang to die) no dejaban de trabajar levantando en peso cuerpos de hombres y mujeres que se lanzaban al escenario para que un Morrissey encantado les rozara la mano. Era demencial.

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