viernes, 12 de agosto de 2011

centauros del desierto JOHN FORD


CENTAUROS DEL DESIERTO

No soy muy aficionado al género del western pero recuerdo haber visto algunas películas, medio aburrido, en los veranos tórridos de abuelo. Entre esas películas destaco ésta, la vi ayer pero mi mirada era distinta de cuando era un niño.
Si entonces me pareció lo más divertido que al eterno cowboy rudo y sin pasado, se le unía un mestizo al que no tragaba pero que debía aceptar por imperativo de la casualidad, ahora lo veo como un truco argumentativo para que el personaje crezca y llegue a aceptar el porcentaje de indio del mestizo. Sin embargo, ahora me resultaban atractivas otras cosas, en general veía que el mestizo estaba ahí para darle también una dimensión paródica a esa odisea de cinco años buscando a una niña que ha sido absorbida por unos indios.
Lo que más me da curiosidad es lo oscuro de Ethan, el protagonista que odia a los indios, pero que sabe todas sus costumbres y que no duda en seguir matando indios aunque para ello tenga que saltarse las convencionalidades de recoger a los muertos. Casi ni sabemos nada de Ethan, casi todo lo sabemos al principio, cuando regresa a casa de su hermano, por los ojos que pone la mujer de su hermano, por confundir a la hija pequeña, porque le paga al hermano dinero. Pero pronto los indios destrozan el idílico suspenso y borran del mapa cualquier sentimiento que notemos, excepto el del mestizo, al que Ethan salvó y al que no acepta, a pesar de que sea el indio el que no desea matar a la supuesta sobrina de hija y vaya con él para evitarlo. Como Quijote y Sancho Panza, Ethan está en otra realidad, con otra visión de los hechos, tras la Guerra de Secesión y al haber apostado por el bando perdedor y no saber integrarse como el reverendo, sus verdaderos enemigos serán los fantasmas.
La película es un crisol de sangres, de enemigos. Entre las escenas de “comedia” están las de la familia de origen sueco, EEUU era joven y los sentimientos de pertenencia a un país estaban diseminados.
En ese territorio mítico ocurrían los western, con sus amplios territorios desérticos y llenos de polvo, como los veranos de mi infancia en casa de mi abuelo, con un John Wayne que no deseaba cruzar el umbral de la puerta de las casas, en las que iba acabando ese otro mundo de terrenos para forajidos.
Curiosa la adaptación del título en español, de los buscadores pasó a centauros del desierto, dando un carácter mitológico a la película.

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