viernes, 5 de noviembre de 2010


Sueño a veces que un tren arrastra la memoria.
Disfruto sentándome en los vagones
para mirar ciudades por su ventana.

No todas:
Sólo aquellas cuya ceniza respira mi carne
Las que retienen fuego del olvido
Las que aún caminan en mi interior
Con sus huellas impresas en tiempo.

Son espacios a los que no podría volver
Por la resistencia de mi alma cambiada.

El tren se propaga surcando una vida
Sus pasajeros son fantasmas antiguos
Y tocan cosas que mis amantes tocaron
Celebran fiestas en las que convidé a mis amigos
viven paisajes aletargados en mi piel
Y renuevan familiares que ya murieron.
Pero todo lo contemplan con frialdad
Del examinador que evalúa los daños
Causados por impactos arbitrarios.

Cuando despierto la noche es ruido
Que alarga la distancia
El humo se agolpa al ritmo de mi corazón
La soledad se aleja y la memoria
Tiene un final inesperado en lo real
En el que todo es rutina.

Pero dentro de mí devora el ansia
de las estaciones nocturnas
en las que por fin soy cuanto he sido
con vías que se pierden entre el recuerdo
y una niebla en la será dulce morir.

1 comentario:

Cabopá dijo...

Cómo me ha gustado....
"Sueño a veces que un tren arrastra la memoria"
"El tren se propaga surcando una vida"
Oye es dificil pero sus razones tendrá el poeta, pero me gusta , me gusta...Parecía que viajaba.
Besicos.