jueves, 26 de marzo de 2009


EL PARQUE DE FLORIDABLANCA.

Ella camina sola. Va rápido, la acaba de dejar el tren y anda apresurada. Pasa por las calles polvorientas. Los carruajes levantan polvo. Me mira, a veces me mira. No sé si me ve, podría ser pero, es incierto. No sé sabe qué relaciones puede establecer con el mundo una persona que ya no ve casi, que ya no oye. Tampoco toca mucho, sus articulaciones parecen salirse de sus uniones. Ella sigue andando, hacia dónde va, creo que está en el parque de Floridablanca. Allí vivían sus señoritos, muchas veces me ha hablado de ellos, el sr López, de su hijo que la quería mucho, el pequeño. La llamaba mamá y su madre verdadera le castigaba. En el parque los árboles son altos, el polvo llega hasta allí. El único parque que parece inglés, le dice una de sus amigas. ¿Has estado tú acaso en Inglaterra?, le contesta ella que era muy descarada y ríen. Nunca ha salido, está ahí dentro pero no sé de qué forma. Su tiempo se ha quedado como en una antesala de hospital. A lo lejos toda su vida. Delante la muerte pero ella está en medio, como si las cosas la sujetaran parcialmente. Siento el deseo de cogerla, llevármela de allí. ¿A dónde la llevarías? Me pregunta mi madre, como adivinando los pensamientos. La tomaría en brazos, ahora pesa poco. La llevaría al parque de Floridablanca, el único parque inglés de Murcia. ¿Por qué allí? No sé, para que muera en algún lugar que sea suyo. Sé que fue feliz en ese parque. Me contaba cosas, cómo cuando llegaba tarde, siempre paraba un rato como si estuviera cansada para mirar las copas de los árboles que se enredaban en el cielo. O cuando iba con amigas después del Coliseum. Yo creo que ya no tiene sentimientos, hijo. Pero yo la veo, está caminando, no sé a dónde va, ella tampoco lo sabe porque camina sola.

2 comentarios:

Cabopá dijo...

Se enredaban en el cielo, me gusta la imagen. Yo tenía una pandilla y siempre quedabamos en Floridablanca en un banco que había junto al estanque de los patos guarrindongos que flotaban en agua estancada y pestilente. Entonces si que las ramas de los árboles se enredaban en el cielo........Besicos.

Wunderkammer dijo...

Qué buen escrito, que buen rincón de Murcia. Una vez dije casi sin pensar que era mi sitio favorito de la ciudad y después de leerte aún me reafirmo más en la elección.