lunes, 13 de junio de 2011

DOS NOVELAS DE ALBERTO OLMOS


Reseña de dos novelas de ALBERTO OLMOS

He hecho una cosa muy interesante. Leerme la primera novela de Alberto Olmos y la última. Quería ver eso que llaman evolución, y dado que según los suplementos culturales había una evolución entre la primera y la última pues qué mejor método:

1ª NOVELA: A BORDO DEL NAUFRAGIO.
Esta novela quedó finalista del premio Herralde, el año en el que ganó Los detectives salvajes de Bolaño. No voy a comparar una con la otra, porque sería una tarea imposible. Esta novela se basa en el mérito de que está escrita en segunda persona, que es difícil que no se haga tediosa, y ese objetivo lo cumple a mi entender Alberto Olmos. El escritor utiliza la segunda persona para la conciencia del protagonista, del que narra un día en su vida, y en cursiva pone recuerdos de su infancia. Es interesante ver que también en su última novela utiliza el recurso tipográfico para diferenciar. Como novelas en segunda persona uno recuerda siempre Cinco horas con Mario. Tampoco se puede comparar con ésta, porque la de Olmos quedaría muy empobrecida y es que el protagonista de a bordo del naufragio no tiene ningún tipo de textura o contradicción a diferencia de la de Delibes, es lo que se ve, y la novela sólo engancha por ver si comete alguna locura. El final, un poco pobre, se basa en cargarse de un plumazo esa evidencia. Se nota que Alberto Olmos escribe bien, pero tanto como el Mañas de historias del Kronen ¿premio Herralde? Ya tanto, no sé…
2º El estatus.
Alberto Olmos ha crecido, se ha hecho más deslenguado en su blog. Sí que se nota un salto cualitativo en la escritura, pero no de trampolín, si no a ras del suelo. Me encanta de esta novela dos cosas: por un lado que el lenguaje es más cuidado, si no fuera por la repetición exhaustiva de la palabra “vano” (el vano de la puerta, parece como si hubiese aprendido esa palabra al escribir la novela) y por otro lado me gusta la tensión. Sobre todo la tensión entre la niña y el portero mudo. Está muy lograda. La relación entre la madre y la hija también. Pero hay varias cosas que chirrían: los pensamientos del portero (entre paréntesis para diferenciarlo de lo demás), los diálogos de madre e hija que hacen notar desde el principio lo que no sé si quería que se notara (en cursiva).
La idea de la novela es buena, situar a una mujer que espera a un marido que no viene (en plan Beckett) en un edificio que parece habitado por fantasmas, la contraposición campo-ciudad (aquí más lograda que en a bordo del naufragio) y la tensión entre el que les alquila la casa y la madre. Y la resolución final de lo del marido. Pero cuando descubres lo que ya sabes, que los diálogos de la madre y la hija significan lo que creías. Cuando ves que la novela es falsamente circular, enerva un poco.

1 comentario:

Lector Iracundo dijo...

La medalla de plata del Premio Herralde es una subvención cutre para arreglar amistades.

En cuanto a Alberto Olmos, ojalá el fruto de su esfuerzo estuviese al nivel de su autoflipamiento.