miércoles, 4 de mayo de 2011
3 mayo de 2011
GRIGOROVICH BALLET COMPANY … ESPARTACO… AUDITORIO DE MURCIA
Hombre futuro va con su pareja a ver el ballet, una obra de un director que perteneció al ballet ruso y con música de Khachaturian, que no conocía antes ni de coña pero que resulta que sí que lo tenía en un cd porque ha visto varias veces la última noche de Boris Grushenko, película mítica, gracias a la que se compró una antología de música rusa.
La obra está bien, los gestos de los bailarines son marciales. La primera parte resulta más aburrida. Hay tres descansos, lo que es de agradecer.
Hombre del futuro en el primer descanso ve a hombre del pasado, y quiere hacer algo para esquivar saludarlo, no porque no le caiga bien, sino porque no sabe qué decir cuándo han pasado diez años.
Hombre del pasado le aborda. “¿Cuánto hará que no nos vemos?” Te presenta a su novia, vais los cuatro a la cafetería. Los tres tocan el piano, lo abandonaron en sexto o quinto. Ella toma un vino, él un botellín de agua. Ella es extrovertida y simpática. Él más. Tocan la música de volver. “Nos volvemos a ver en el siguiente descanso”
La segunda parte es la mejor, la escena de la vía Apia, el monólogo bailarín de Espartaco. Craso, el malo, baila lanzándose al cielo y arqueando su cuerpo. Tú lo piensas, en diez años no lo has visto y ahora con la danza lo vas a ver en los tres intermedios. El tiempo de la danza es otro tiempo.
Segundo intermedio. Hombre del pasado habla más del pasado. Su novia es chica del futuro, no sabe nada del pasado. Llevan poco tiempo si se compara con aquel pasado o mucho si se compara con el pasado del ballet. Hombre del pasado dice “te acuerdas de lo bien que lo pasábamos de marcha por ahí”.
Toca la campana para volver. Es muy complicado hablar del pasado-pasado cuando los tiempos del descanso son tan acelerados. Vuelves a entrar. El tercer acto, Craso se venga. Hombre del futuro piensa que si alguna vez se encontrase con el enemigo, no debería dejarlo vivo porque Craso acaba con Espartaco en una bonita escena en la que Frigia, su novia, asciende hasta su cadáver y levanta su escudo mientras todos los esclavos levantan las manos.
Acaba, te despides de hombre del pasado. Te dice “amigo, espero que nos veamos antes de diez años”. Hombre del futuro piensa si tiene algún enemigo. Alguno tendré que no sepa, piensa. Pero sólo se le ocurre la postrera.
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